9 de enero de 2012

... AMOR CIEGO ...

Érase una vez que se era, el mundo antes de que todos viviésemos nuestros sueños en nuestra camita, que existía un pequeño paraíso en el que vivían todas las virtudes y defectos que habitan en una persona.

Pero para ser un paraíso, se trataba de un lugar muy aburrido y nadie sabía que hacer para divertirse en aquella inmensidad de verdes parques con sus animalitos, sus fuentes de agua altas como pinos, sus graciosos puentecillos de madera vieja… En fin, aquello si era bonito ¿podéis imaginarlo?




Bien por donde iba, ¡ah sí!, era un lugar precioso pero muy aburrido hasta que una tarde de primavera la imaginación, que por algo lo es, se le ocurrió un juego en el que alguien buscaría a todos los demás:

                            ¿Qué os parece si jugamos al escondite?, ¡Seguro que lo pasamos genial!

A todas les pareció una idea maravillosa y se pusieron a dar saltos de alegría, por fin todas juntas iban a poder jugar y participar… Pero como ya sabéis, alguien tenía que buscar a todas las demás y esa, fue la locura, a la que todos ya conocemos.

Así que cerró los ojos, y comenzó a contar:

“Digo uno y ya es dos…
me dirás que cuento bien,
y abriré mis ojos
cuando llegue a cien”

Todas se fueron escondiendo, por aquí, por allá… ¿todas? No, el amor iba de un lado para otro sin encontrar un buen sitio, ya se sabe, el amor a veces es indeciso.

La locura, en tanto, seguía contando con sus ojitos tapados por sus manitas:

“¿Dónde llego, por noventa?
¡Qué digo, si es ochenta!
¡Ya se acerca el final,
y a mis hermanas he de encontrar!”

Pero el amor seguía sin elegir un lugar ideal para esconderse…

         ¡Noventa y ocho, noventa y nueve… y cien!,  ¡¡¡VOY!!!

Y al mismo tiempo que la locura abría los ojos, el amor, de un salto cayó detrás de un zarzal, y allí se quedó, bien escondido.

Mientras, empezó a buscar al resto de sus hermanas y nada más darse la vuelta, allí estaba la pereza, tumbadita y dormida a sus pies. Entre las nubes encontró al pensamiento, que siempre se encuentra subido en una de ellas, y muy cerquita de allí, halló a la inocencia, escondida detrás de sus manos, ¡Bendita inocencia!




Y así una tras otra fueron apareciendo las demás; la bondad, la mentira, el silencio…

Pero, ¿Sabéis quién no aparecía?, ¡Claro, el amor! Por más que lo buscaba no era capaz de encontrarlo, y el allí, metidito entre zarzas, ya sabéis… el amor a veces es complicado de encontrar entre tanta espina…

El tiempo pasaba así que todas se pusieron a buscarlo:

“¿Dónde está?
¿Dónde se esconde?
¡Lo más lindo que encontró,
la alegría de su corazón!”

Pero no decía nada, se reía. Así es, el amor muchas veces tarda en ser descubierto y cuando lo haces se ríe de uno mismo. Pero esta vez se estaba pasando, y sus hermanas empezaron a enfadarse:

¡Venga sal, queremos jugar a otra cosa!- Le gritaban todas.- ¡Sal de una vez!

Entonces la peor de todas las hermanas, la envidia, que es la peor de las consejeras, se acercó a la locura y le susurró al oído que se encontraba tras el arbusto.

Así que, ésta muy decidida para allá que fue convencida de sacar al amor de su escondrijo. Metió la mano y ¡Ay!, la pobre se había pinchado con un brote. Entre lágrimas, la muy loca, cogió una vara en su mano y empezó a pegar y agitar al zarzal…




De repente, ¡Ahhhhyyyyy!, una voz muy, muy fuerte hizo que todas dejaran de gritar y calladas miraran atemorizadas a través de las ramas.

Ninguna sabía que es lo que ocurría, y de allí, de entre todas las ramitas rotas, surgió el amor con sus ojos heridos. La locura, al meter la vara y agitar las zarzas había dejado sin querer sus ojos ciegos.

Todas se pusieron muy tristes, lloraban y lloraban, ¿Qué iba a ser de ellas sin amor?

¡No os preocupéis!-gritó la locura- ¡Desde ahora yo seré sus ojos!

Y es así, que desde aquella tarde de primavera hasta nuestros días:

“El amor es ciego y la locura, sus ojos”





“Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal”

Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) Misionera de origen Albanés

1 comentario:

... ¿QUE TE HA PARECIDO? ...