12 de enero de 2012

... UNA PARTIDA DE RISK ...

    Lo peor que le puede pasar a un pueblo es… entrar en guerra… más aún si esta es entre hermanos, familias, dos bandos enfrentados por tener una idea, un color, o simplemente… nada… que les diferencie.

    Cuando esto ocurre, parece que todo vale… con tal de hacer más daño al contrario podemos justificar todo aquello que hagamos, digamos o disparemos con nuestras armas, da igual todo aquello que hayamos sido… ni principios, ni valores, aquí todo eso está fuera de lugar, no hay cabida para la compasión, la humanidad ni el respeto… hoy ganas tú y mañana te lo quito, da igual lo que intentes hacer… siempre hay un devastador yunque contra el que te empotras mientras el martillo te golpea fuertemente la cabeza…

    Lo peor de una guerra es… que sabemos cuándo empieza pero jamás se sabe hasta cuándo va a durar la contienda… sabemos la causa que hace que se origine pero, al final se acaba olvidando el motivo por el que se lucha y de lo único que se trata al final es… de esquivar mejor las balas, de afinar más aún la puntería… de sobrevivir sin que te maten…

    Las guerras no se ganan de una sola partida… es necesario avanzar conquistando metas pequeñas, luchar por salir adelante en cada batalla y poder seguir peleando un día más…

    Podríamos imaginar una vaga coincidencia con la vida cotidiana… en la que día a día tratamos de sobrevivir, aquí no tenemos que esquivar proyectiles de acero, ni huir de las  minas que nos dejarían sin pierna… pero también, unas veces nos encontramos en medio de una jungla… y otras en medio de un desierto árido que nos hace agonizar cada segundo…

    A veces… también nos toca pelear por aquello que más queremos o amamos, y… muy de vez en cuando, cuando nos encontramos en medio del fragor de la batalla con el arma bien empuñada, nos entra la duda… nos invade un miedo tal que nos hace temblar de pavor… es entonces cuando miramos a los lados, el mundo enmudece de repente, todo se vuelve más lento… el pánico se adueña de nuestra alma, nos damos media vuelta y tocamos a retirada…

    Pero el recuerdo de aquella contienda siempre queda en nuestra mente, cada día… cada noche mientras duermo pienso en ella, si… es cierto, sigo vivo pero… ¿a qué precio?, siempre te acabas arrepintiendo de haberte marchado… siempre te invade la duda de que podría haber cambiado… mi corazón sigue en lucha, quiere regresar… seguir luchando, volver a empuñar la espada, correr por medio de aquel campo mientras me ensordece el estruendo de los cañones, las flechas silban de un lado a otro por encima de mí cabeza y las espadas se blanden y se parten por los golpes…

    Al final de la batalla, cuando todo está en silencio y te encuentras sentado mirándote las manos, alzas la vista… miras a tu alrededor y te das cuenta de que después de cualquier pelea siempre queda lo mismo… polvo, sangre y lágrimas… polvo por cada golpe que has dado y también que has recibido… sangre por las heridas echas y que aún no han podido cicatrizar… y lágrimas… que serán de felicidad si has conseguido sobrevivir y conquistado lo que amas…

“Le doy gracias al Dios que fuere por mi alma inconquistable…”


“La guerra es siempre una derrota de la humanidad”

Juan Pablo II (1920-2005) Papa de la iglesia católica


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