8 de noviembre de 2011

... LA ÚLTIMA CARTA ...

Mi nombre es Sara, tengo dieciséis años y vivo en este barrio desde hace menos de dos años. Mi infancia no ha sido nada fácil, cuando era  muy pequeña mi madre murió y mi padre tuvo que hacerse cargo de mi y… claro… de su trabajo. Siempre he estado viajando de un lado para otro,  nunca he estado demasiado tiempo en el mismo lugar, y por supuesto… me es muy difícil hacer amigas, creo que guardo buen recuerdo tan solo de una de ellas, Rebeca. Esta vez no iba a ser nada distinta, desde el momento en que llegué a este lugar todos me miraron como… “un bicho raro”, en fin… ellos se lo pierden. Yo me defino como una persona especial, aventurera y alguien que apenas siente temor por nada, después de perder una madre y vivir de aquí para allá todo el tiempo, no es difícil de entender. Pero creo que esto último siempre me ha dado más problemas de los deseados, sobre todo entre los chicos, eso de que una chica pueda tener más valor que ellos, no lo ven con muy buenos ojos…


                                     

El caso es que un buen día llego a mis oídos una leyenda… al final de la calle, cruzando el puentecillo de madera existe una casa muy antigua, tan antigua que nadie recuerda cuanto tiempo lleva allí. Es una casa abandonada… la gente mayor cuenta que antes era una casa llena de vida, repleta de alegría…niños correteando por los jardines, grandes meriendas, cenas románticas, vamos…un lugar de grandes y buenas experiencias. La historia continua, pero el rostro de los ancianos se torna serio y su tono de voz comienza a temblar cuando hablan de una gran tragedia… al parecer una noche oscura, durante una terrible tormenta un rayo cayó en la casa y provocó un gran incendio, desgraciadamente…las personas que vivían dentro no lograron salir. Dicen que desde entonces sus almas vagan por la casa, que algunas noches se les oye reír e incluso a veces corretear por el verde campo, ya alto hasta las rodillas de no cortarlo.

Claro, estas historias sólo son historias de viejos, historias para que los más jóvenes no entremos en la casa y les dejemos vivir en paz, supongo…que no quieren  más problemas en el barrio.

Pero a los jóvenes nos gusta ir en contra de lo que la norma dicta, y por supuesto… uno de los juegos favoritos de todos  era… ver quién de era capaz de llegar más lejos allá dentro. Digo de todos porque hasta el momento tan sólo se trataba de un juego de chicos, mientras que las chicas tan sólo murmuraban entre ellas quién era el más valiente y… también el más guapo, ¡serán estúpidas!

                                 

Hasta el momento el record, por decirlo de alguna forma, lo tenía un chico llamado Miky Rubio, había sido capaz de cruzar el jardín, llegar hasta la puerta, entre abrirla y echar un vistazo al interior, después salió corriendo  tan rápido como pudo y gritando tan alto como le permitió su garganta, todos corrieron a abrazarle y a darle palmaditas en la espalda, yo… no pude parar de reír al ver su cara, era de película de terror total.

Yo… intenté entrar una vez pero todos los chicos me dijeron que “esto no es un juego para chicas”, ó… “tu no vales para entrar allí, no eres tan valiente”, pero si… apenas me conocían, ¿Qué sabían ellos de lo que yo era capaz de hacer?, no tenían ni idea de mi vida, tan solo era… “un bicho raro” como dije antes. Ni siquiera las chicas me apoyaban, al contrario, me daban la espalda y no querían saber nada de mí, y mentiría si dijera que no me alegraba de ello.

Pero estaba decidida a demostrar de lo que era capaz. Lo tenía todo pensado, era un plan perfecto que no podía fallar… la primera noche de este mes era una noche especial, se trataba de la noche de todos los santos, la noche de brujas perfecta… esa noche cogería mi cámara de fotos y a escondidas saldría de casa, cruzaría la calle entera, el puentecillo de madera y me pondría justo delante de la verja de la casa… cruzaría la cerca, el jardín, tomaría el pomo de la puerta, lo giraría, y entraría… ya dentro subiría hasta el segundo piso, recorrería todas sus habitaciones descubriendo cada uno de sus secretos, para que vean…  que no hay ningún fantasma. Después haría unas fotos para probar mi visita y por ultimo me llevaría un  recuerdo, algo de la casa que llamara la atención de los demás…  y sin más, bajaría hasta la entrada y me iría.

Como ya he dicho, era un plan perfecto, lo tenía todo preparado. Llegó el momento… no voy a mentir, mi corazón latía a mil por hora, pero la sensación cesó cuando me puse en camino. Cruce la calle y llegué al puentecillo, desde allí uno podía imaginar la silueta de la casa perfectamente, esta noche, entre las sombras parecía más vieja aún, pero lejos de asustarme me maravilló su eterna belleza. Por un momento pude sentir de nuevo en mi pecho los latidos, PUM-PUM PUM-PUM,  el murmullo del agua que corría por debajo del puente lograba mantener mi calma mientras me acercaba a la entrada de la casa, mi cabeza estaba a punto de estallar, cuando me quise dar cuenta hasta las piernas me temblaban, al decir verdad… me chirriaban hasta los dientes, no era una noche muy fría… supongo… supongo que estaba asustada.

Colocada en frente de la cerca, toda la casa parecía mucho más grande, hasta entonces nadie había intentado entrar por la noche, esta era la primera vez que alguien lo hacía, estaba nerviosa y a la vez, excitada, yo… era la primera.


                                 

Titubeando, encaminé mis primeros pasos hacia el interior del jardín, soplaba el viento y este hacía que un pequeño columpio en forma de barquita se balanceara. No quise mirar más a mí alrededor y de este modo logre llegar hasta la puerta. Alargué mi brazo, el tiempo que tarde en llegar hasta el pomo y rodearlo con mis dedos  se hizo eterno, “ya está” me dije, giré la manilla y empujé la puerta…

Apenas hizo ruido, ni un solo chirrido después de tantísimo tiempo sin abrirse. Dentro… una inmensa oscuridad, apenas lograba distinguir una sola forma, ni una sombra. Mi cuerpo empezaba a relajarse, lo peor ya había pasado, o eso creía yo al menos. Encendí mi linterna. Suavemente la dirigí de un lado a otro, así pude adivinar que me encontraba en una gran sala, cuatro grandes columnas subían hasta el infinito formando espirales, el suelo, de grandes baldosas blancas se mantenía intacto aunque lleno de polvo y sobres antiguos, al fondo… una gran escalera subía hasta el siguiente nivel, allí se habría en dos, cada una de ellas hacía alas diferentes de la casa. Llamó muchísimo mi atención la forma en que estaba rematada la escalera, se conservaba en perfecto estado, los barrotes de hierro, pintados de negro y acabados con motivos de animales, la baranda de cobre pulido reflejaba mi rostro…


                              

No lo dude, poseída por una fuerza extraña, maravillada de tanta belleza comencé a subir los escalones de roble,  al principio muy despacio, no confiaba en la solidez de los mismos, pero cada paso que daba parecía llevarme al más allá, al infinito y poco a poco perdí el miedo, deje de sentir ese terror que invadía toda mi alma y me deje llevar pasillo por pasillo, habitación tras habitación, una estancia tras otra, me hice reina de la casa y ya no sentía nada, no podía creerlo...


Allá, al fondo, al final del pasillo…una puerta cerrada.

Me quedé inmóvil  mirando fijamente la puerta blanca, por la rendija de abajo se dejaba ver una tenue luz blanca. El miedo invadió de nuevo mi cuerpo, esta vez no sabía si sentía terror, impaciencia o curiosidad por saber de qué se trataba. Llegué hasta ella no sin tropezar dos veces, fue cuando me di cuenta de que me temblaban las piernas. Tomé la manilla con fuerza con las dos manos, tiré hacia abajo y conseguí abrirla…


                                     

No era más que una habitación pequeña, y la luz de la luna llena entraba por la ventana de forma muy intensa, tuve que cubrir mis ojos con el brazo para no hacerme daño. Cuando me acostumbre a tanta luz di una vuelta por la habitación, llevaba años abandonada, toda la casa estaba arrasada por el fuego pero… aquella habitación estaba intacta, no sabía porque pero era especial, como yo.

Entonces fue cuando… encima de una pequeña mesita pude encontrar una foto en blanco y negro, una foto donde aparecía toda una familia, adultos, niños, ancianos… todos ellos parecían mirarme fijamente a los ojos, entonces aterrorizada  solté la foto, creo que… por miedo y en ese momento la puerta se cerró dando un fuerte portazo… me acerqué a la puerta y tomé el pomo…


Como decía al principio… mi nombre es Sara, tengo dieciséis años, mi padre estará preocupado y estoy asustada, llevo tres días encerrada en esta casa y esta carta es lo único que he podido pasar por debajo de la puerta, por favor si lees esta carta…

¡AYÚDAME!


                      

2 comentarios:

  1. Hola Jhonatan!! me gusta mucho tu blog.El prólogo es precioso...y las cosas que has hecho (algunas las conocía, otras no) son dignas de mención. Gracias a personas como tú, muchos niños pasarían todo ese horror de una manera mucho más feliz y para mi, hacer feliz a alguien es lo más gratificante que existe.
    un beso muy fuerte..seguiré tus aventuras.
    Tati

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  2. Hayyyyyyy, Tati, muchisimas gracias de verdad! no sabeis cunta ilusión me hace saber seguís el blog, de verdad........ jobar, es que no te imaginas la ilusion que me hace saber que gracias a esto personas como tu me van a conocer un poquitin, mejor.... de verdad mil millones de gracias a ti, te prometo un abrazo la proxima vez ok?

    un abrazo (electrónico por el momento)

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